Sueños recurrentes con peces de aguas profundas
Desde pequeña, papá Daniel revisaba todo lo
que yo escribía. Los tachones rojos tapizaban mis manuscritos bajo la
orden: podés mejorarlo. Y eso sucedía una y otra y otra vez. Lo
detestaba. Pero sus cuentos son, hasta el día de hoy, lo más cautivante que he leído o escuchado, y le debo el gusto por la precisión y esfuerzo.
Mamá Elvira relataba, relata, la vida como si de un caleidoscopio lisérgico de tratara. Una loca de veras, de esas que valen mucho la pena.
Tuve que matar a mis padres para poder crecer y hoy puedo decir, sin reparos, que son lo que más atesoro sobre la faz de mi tierra.
Mamá Elvira relataba, relata, la vida como si de un caleidoscopio lisérgico de tratara. Una loca de veras, de esas que valen mucho la pena.
Tuve que matar a mis padres para poder crecer y hoy puedo decir, sin reparos, que son lo que más atesoro sobre la faz de mi tierra.
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