diciembre, 1983

Vomité.
No fue mucho porque no había comido. Casi. Vomité porque no conocía a nadie, porque tenía miedo y porque fue la única forma que encontré de respirar..

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Los autobuses se movían tan despacio que parecía que el tiempo se habia terminado, que era cierto que aquello era solo un sueño, porque solo en los sueños las cosas se mueven a esas velocidades.
Cuando finalmente aparecieron las primeras casas por la ventanilla, aparecieron tambien las personas. Miles de personas, miles.
Pero estaban lejos y no me importaba mucho nada. Tenía sueño, estaba mareada y quería alejarme de todo lo que tenía alrededor: los niños, el calor y los miles de personas gritando y cantando.
Entonces fue la segunda vez que me quedé dormida.

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