cuando era una enana

cuando era una enana
tenía una familia imaginaria.
Grababa cuentos en un cassette que atravesaba mares
y construía fuertes con sábanas y sillas.

En ese entonces yo era amiga de la tierra,
de sus cangrejos y sus arañas.
Solía perder la mayor parte del tiempo,
y cada pelusa era un tesoro.

Pero una tarde me casé con el concreto
y empecé a usar zapatos.
Hablé demasiado,
y olvidé apretar pausa.

Hace dos días recordé.


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